Concierto de formas quasi maratoniano

Jueves 27 de mayo, 20:00 horas. Casa de la Música, Mieres. Carmen Yepes, piano. Obras de Bach, Beethoven, Montsalvatge, R. Schumann y Rachmaninoff.
Volvía a su casa la pianista mierense (a la que "nacieron en Oviedo") para regalarnos a los presentes un programa que no puedo menos que calificarlo de "maratoniano" no ya por la extensión sino por la dureza de las obras elegidas, abarcando varias formas musicales en el tiempo, desde el "barroco bachiano" hasta el "mediterraneísmo catalán", consiguiendo aunar la parte pedagógica de esta profesora ante el alumnado, con una auténtica lección interpretativa de lo que suponen dichas formas musicales a lo largo del tiempo, consiguiendo entusiasmar a un público que hubiese sido más numeroso si los gestores culturales municipales de nuevo no organizasen otro concierto el mismo día y a la misma hora, al que evidentemente no asistí, si bien me consta que en principio no era esta fecha, y además el coro "no tiene la culpa".
Está claro que hacer el individualismo y hacer guerras inútiles no ayudan a sumar esfuerzos que es lo que se necesita, y menos en cuanto a la promoción musical. El esfuerzo que para el Conservatorio supone organizar recitales y planificar todo un curso académico no se merece zancadillas todo lo bienintencionadas que se quieran en pos de la música (suponiendo que así fuera). Espero por nuestro bien mierense que no vuelva a repetirse, y además ¡dos veces en la misma semana!. Más calmado y menos cabreado analizaré desde mi punto de vista las causas "personalistas" que parecen abrir brechas musicales en vez de repararlas, pues no me parece de recibo tener dos platos a elegir para volver a pasar hambre en vez de comer un plato diario.
Pero no quiere irme por los cerros de úbeda y prefiero centrarme en el excelente concierto de nuestra pianista local más querida, siempre agradecida con sus paisanos y amigos, que trajo un programa que iré comentando brevemente.
La primera parte comenzaba con el Preludio y Fuga nº 6 en Re m., BWV 875, del II Volumen de "El clave bien temperado" de J. S. Bach. Cual "padrenuestro" de todo pianista, arrancó con la valentía y frescura del preludio para dejarnos a continuación el poso de la fuga perfectamente trazada en sus voces.
Prosiguió con la Sonata nº 30, Op. 109 en MI M. de Beethoven, obra madura donde el genio de Bonn trata la forma sonata con lenguaje propio y romántico con todo lo que supone de novedosa escritura y tiempos: un Vivace inicial seguido del Prestissimo para concluir con ese Gesangvoll, miti innigster Empfindung, el Andante molto cantabile ed espressivo, realmente ajustados todos a los títulos y tempi, con la fuerza exigida en cada momento y el lirismo necesario incluso en la desnudez de las notas solas que tienen tanta vida como las escondidas en la "maraña tejida" en toda la sonata.
Y nada menos que la Sonatine pour Yvette de X. Montsalvatge para ir cerrando esta primera parte, obra de dificultades técnicas que esconden una grandeza de sonatina cuyo diminutivo cariñoso y título es por su hija, obra dedicada al pianista Gonzalo Soriano de la que el propio autor escribía: “Dedicada al aludido artista su titulo responde al deseo de una música ágil y juvenil, escrita con el pensamiento puesto en mi hija, Yvette. En el último tiempo figura, incluso, un tema de ronda popular infantil. Sin embargo, la obra, ni por su construcción en forma sonatina, ni por su estilo se aproxima a lo que entendemos por música de niños”. Obra también de una complejidad armónica que pese al virtuosismo exigido rompe moldes en su momento y nos deja esa luz mediterránea del compositor catalán
 de quien se ha escrito "está a caballo entre la tradición y la vanguardia". Comienza con el Vivo e spiritoso realmente exigente por ese clima cristalino siempre exigente en los pedales, que da un "respiro" en el Moderato molto y finalizar con el estallido de luz y color cual fiesta infantil navideña (re-utilizando ese tema de ronda "Campanitas de Belén") del Allegretto final. Hay que reconocerle a Carmen el perfecto entendimiento con los maestros catalanes, pues su Mompou es igualmente digno de escucharse.
La segunda parte nos trajo esa fantasía, forma desde el romanticismo de otro apóstol del teclado, llena de simbolismos, recuerdos, referencias y mucho amor hacia Clara Wieck en los momentos de "relación prohibida" que se tejen en la Fantasía Op. 17 en DO M. de R. Schumann. Sus movimientos, cual sonata pero elevada a nueva categoría, atesoran pasajes exigentes para poder seguir los dibujos melódicos no siempre fáciles de sacar al primer plano: Durchaus phantastisch una leidenshaftlich vorzutragen, con el inicio de mano izquierda y pedal que no son precisamente lo más exigente; continúa el Mäßig Durcaus energisch, realmente enérgico sin perder el lirismo, y para "rematar la faena" ese Langsam getragen Durchweg leise zu halten, tranquilo solamente en el enunciado, pues supone para el pianista concluir toda la forma sin perder unidad. Más que los sentimientos hacia el amado pudimos escuchar el agradecimiento de la amada, calidad técnica e interpretativa, rigor a la partitura, gama dinámica increíble y musicalidad más que demostrada en esta gran obra de la literatura musical camerística que no ha faltado en el repertorio de los virtuosos, para una pianista todavía con mucho recorrido y carrera por delante, que ya la ha hecho suya.Si el esfuerzo mental y físico que supone afrontar este programa ya es digno del titular, aún tuvo la gentileza y gratitud de dejarnos una propina de altura: el Preludio en RE M., Op 23 nº 4, Op. 23 (1) de S. Rachmaninoff, otro autor diríamos que encajado en el haber interpretativo de "nuestra Yepes", aunque a la vista de lo escuchado esta tarde lluviosa del último jueves de mayo, realmente nos hace sentirnos siempre a gusto con lo que traiga.Un placer y lujo que sus conciertos en Mieres sean parte del circuito de nuestra querida y admirada pianista, cada vez más madura y con las ideas más claras.
(1) Gracias Carmen.

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